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Vínculo social en la cárcel: ¿Hay lugar para el analista?

  • Foto del escritor: Sebastián Ortiz Olivares
    Sebastián Ortiz Olivares
  • 31 mar 2020
  • 10 Min. de lectura

Actualizado: 26 may 2024

Francisco Muñoz Chesta, Psicólogo

Correo: fmunozchesta@gmail.com

“Toda convicción es una cárcel”

Friedrich Nietzsche


Las siguientes palabras se enmarcan en la experiencia del quehacer de un analista en el marco del trabajo institucional. Esta vez no desde una institución de salud propiamente tal, sino de una autoproclamada como de re inserción social. Aquí se ofrece atención psicológica a personas que se encuentran privadas de libertad, por lo que el trabajo se ve influenciado por múltiples y variadas aristas, algunas propias de la institución desde donde se trabaja pero también desde las instituciones con las que se debe lidiar a diario para que el programa pueda existir, hablamos particularmente de gendarmería de Chile.


Para reflexionar en torno a la posición que ocupan las personas que están privadas de libertad y habitan las cárceles de nuestro país es que se propone una revisión de los postulados del profesor Juan Carlos Indart en relación con la propuesta de Jaques Lacan. Estas nos hablan acerca de los fundamentos del vínculo social y como estos se ponen en juego. Para efectos del siguiente escrito es que se aborda el texto ‘El padre y el profesor’ de Indart donde nos invita a pensar el vínculo social desde el paso de un discurso que estaría en decadencia, como lo es el discurso del Amo hacia uno nuevo, uno distinto y que ubicará en él un nuevo significante, el nombre de ‘el profesor’. Desde éste último se desprendería un nuevo vínculo social; el discurso Universitario.


Estos postulados si bien nos permitirán comprender lo que entenderemos, para efectos de este trabajo, como ‘la cárcel’, también nos darán pie para analizar el vínculo que se da dentro de esa misma institución. Vínculo marcado por una autoridad estática como lo es gendarmería en oposición con los individuos que ingresan a los centros penitenciarios y que deben estar a disposición de lo que los funcionarios estimen que deben hacer. Aquí se pierde la condición de sujeto para ingresar a una lógica donde la subjetividad es acallada y apartada, para dar paso a una forma general de hacer las cosas y a una lógica de vigilancia que llega a todos los rincones. Sobre todo si la intención de algún interno es hacer méritos que le permitan postular a algún tipo de beneficio. Pues a primera vista se podría pensar que el discurso del Amo, aquí no está en decadencia sino todo lo contrario, se perpetúa.


Ante el conocimiento y análisis de la situación carcelaria, es que sigue la reflexión acerca del quehacer del analista. La institución que interviene en la cárcel y desde donde se sitúa el analista en esta oportunidad, también trae consigo una demanda institucional y un discurso psi, que muchas veces se cuadra con gendarmería aunque pretenda no hacerlo. A partir de ello podemos preguntarnos ¿Cómo se pone en juego el vínculo social en la institución carcelaria entendido desde los discursos antes expuestos?, ¿Es posible la práctica analítica y cuál es la posición del analista en una institución de este tipo?

A continuación; pensamientos, reflexiones y angustias que envuelven ese quehacer.


Del discurso Amo al discurso Universitario


Juan Carlos Indart (2004) en el texto ‘El Padre y el Profesor’ nos introduce en el pensamiento de los vínculos sociales desde la enseñanza de Jaques Lacan. Como vínculo fundamental e histórico aparece el identificado al Discurso del Amo, es decir, que obedece a la lógica del trabajo productivo, éste supone lugares en donde hay uno que ejerce el mandato y otro que lo obedece. En esta lógica, el lugar del Amo sería ocupado por uno que a través del lenguaje y cadenas de significantes se identifica con ese lugar y se sostiene en el imperativo de ejercer un mandato. Este lugar sería el Significante 1 quien se encuentra en la relación de mandar al Significante 2 que sería ocupado por el esclavo. Es importante esclarecer que sobre estas identificaciones, quien ejerce el mandato lo hace y puede hacerlo porque el S2 porta consigo un saber, uno ligado a la producción. Según las letras aportadas por Lacan: S1 -> S2


El autor postula que éste tipo de vínculo social estaría en decadencia, y nos habla de uno nuevo, uno que también tiene por lógica de uno que manda y otro obedece. Éste tipo de mandato eso sí, es totalmente nuevo y diferente. En éste vínculo social ahora el saber no se encuentra en quien recibe la orden, pues en el discurso del Amo, quien recibía la orden era porque portaba un saber, de otra manera no sería efectivo el mandato. En este nuevo vínculo es quien manda el que porta ese saber, manda porque sabe. En ese sentido el mandato ahora no obedece a las leyes de la producción de objetos y/o tareas particulares sino obedece al mandato de también poseer un nuevo saber, el saber que porta quien manda. A esto le llama el Discurso Universitario, en donde quien recibe la orden no solo debe adquirir cierto saber, además será puesto a prueba y evaluación constante con el fin de mantenerse en ese vínculo social y con la posibilidad latente de quedar fuera por no responder a esa demanda. En este nuevo vínculo social es que aparece una nueva identificación: ‘El profesor’.


Los que quedan fuera


Vemos en la actualidad como el discurso Universitario se ha instalado en todos los rincones de la cotidianidad. No es casualidad el aumento de universidades, escuelas y centros de formación. Peor aún, y a modo de ejemplo, tenemos la situación del Crédito con Aval del Estado (CAE) el cual entrega la posibilidad de sumarte a éste discurso, de no quedar fuera. A costa de endeudarse por muchos años y todo el malestar que eso provoca.


Pero no solo debemos comprender el estar inscritos en el discurso Universitario por ir a la universidad, sino que esa forma de operar envuelve toda nuestra cotidianidad. Si nos detenemos en el análisis de los trabajos y oficios que rodean nuestra ciudad, nos damos cuenta que cada vez más se necesitan certificaciones de calidad, profesionales con calificación o especializaciones en alguna rama del trabajo particular. Ejemplo de estos son los talleres mecánicos, imprentas o trabajos de gasfitería, los cuales en un principio contaban con la capacidad de abarcar muchas temáticas y solicitudes por parte de sus clientes, por el hecho de poseer un saber popular, ancestral o transmitido generacionalmente. Pues hoy la competencia entre esos mismos trabajos da como ganador a quienes poseen algún tipo de calificación certificada. No es raro escuchar artesanos, dueños de negocios como los mencionados, etc. Decir que se han quedado sin trabajo por este fenómeno. Hoy en día, ‘quedar fuera’ del discurso tiene consecuencias reales como el desempleo, pobreza, desigualdad, etc. A partir de esto no sorprende que sea, en su mayoría, la gente de menor ingreso económico los con más posibilidades de quedarse fuera del discurso. Ellos deben arreglárselas para vivir en este contexto, bajo esta lógica y con estas dificultades. En ese sentido, y tomando nuevamente las ideas de Indart, es que un sujeto ante esta escasez de recursos y posibilidades debe ‘re buscárselas’, es decir, buscar medios que caminan por sobre la marginalidad del discurso para sobrevivir. En términos más concretos pondríamos pensar como una forma de ‘re buscárselas’ el recurrir al robo, tráfico de drogas, etc.


En palabras de Indart (2004),

Y ahora se ve bien que lo universitario ya no es un tiempito en la vida de alguien, para retornar a una vida clásica de trabajo ejerciendo el saber aprendido, sino que el trabajo se ha flexibilizado de un modo en que para conseguirlo precariamente es necesario cronificarse en el discurso universitario. (p.38)


De esta forma, a partir de este análisis y tomando los tipos de delito por los que llegan los individuos a la cárcel, es que podemos entender los centros penitenciarios como un lugar para aquellos que quedan fuera, fuera del vínculo social recién expuesto. Un lugar donde se hace evidente la reproducción incesante de la desigualdad, pobreza y marginalidad.


Discursos al interior de la cárcel


En un primer momento, al conocer las condiciones materiales y prácticas de la vida al interior de un centro penitenciario, es que se podría pensar que el vínculo social que se presenta con mayor fuerza es el del discurso del Amo. Esto por dar cuenta de la identificación de los funcionarios de gendarmería a un lugar de quien ejerce el mandato. Un mandato, al parecer, desprovisto de un saber y que aparece como respuesta a un imperativo de ejercer la acción de mandar. Como lo son instrucciones cotidianas, ejemplificadas en el hecho de tener que estar bien presentado, es decir, afeitado y con el pelo corto. Esta situación podemos verla principalmente en los gendarmes que están en constante relación con los internos, y que deben adoptar una posición de autoridad para resguardar el orden del centro penal. Si es que consideráramos el vínculo social que se presenta en la cárcel como el del discurso del Amo, y a partir de lo anteriormente expuesto, debiéramos preguntarnos también por el esclavo. Si bien este se encontraría identificado al lugar de recibir el mandato, surge la incógnita: ¿Qué saber porta el esclavo para que pueda hacerse efectivo el mandato de los gendarmes?


Es a partir de esta pregunta que se puede poner en duda el tipo de vínculo social que se despliega en la lógica carcelaria. Considerando el paso del tiempo en el trabajo y un mayor conocimiento de las características de la institución es que se hace fundamental, caracterizar y entender la forma de operar de gendarmería de Chile. En primer lugar se debe comprender, que esa institución pertenece a organismos del estado y todo lo que eso conlleva ideológicamente hablando. Además, no solo se debe considerar a gendarmería a través de sus caras más visibles, como los son los funcionarios encargados de llevar el orden al interior del penal y quienes conviven a diario con las personas privadas de libertad. Sino también a su área técnica, compuesta por psicólogos, sociólogos y trabajadores sociales. Es en este contexto que se crean planes de intervención para las personas privadas de libertad, que responden a un criterio ‘profesional’ de reinserción a la sociedad. En ese sentido realizan diversos talleres y cursos con los nombres de coaching, asociación con pares y/o relación padre hijo.


Al comprender a gendarmería en su totalidad, nos encontramos con que el discurso Universitario si se pone en juego en la dinámica carcelaria. La institución no solo tiene en su mandato una identificación al lugar del Amo sino también a la del Profesor, un saber que debe enseñar. Por su parte, el esclavo en este caso, no se adscribe a ese lugar por portar un saber, al contrario, debe demostrar constantemente que aprende ese saber que le demandan a aprender. Esto toma sentido al pensarlo desde la situación carcelaria, en donde los sujetos son tratados como entes desprovistos de opinión y contenido subjetivo, suponiéndolos como cuerpos que han perdido todo tipo de habilidad social y criterio a la hora de relacionarse con el Otro. Es decir, despojándolos de su condición de sujetos. “El vínculo universitario transmite un saber a una persona que entra como cero de saber, y que se irá valorizando según una escala en la medida en que tenga más saberes que son siempre los saberes del que manda”. (Indart, 2004, p.45)


Posición del analista


Como vemos, existen muchas variantes que influyen en la posibilidad de la creación de una situación analítica. En primer lugar, la poca privacidad del espacio, ya que, al estar en la lógica de la constante vigilancia, el espacio físico del encuentro se caracteriza por tener una ventana que permite verificar que no está pasando nada fuera de la norma.


Por otro lado, el lugar en que el analista se ubica y lo ubican. Pues es una posición en la cuál es muy fácil que lo identifiquen a la institución de gendarmería, tomando en cuenta todo lo que eso despierta en los internos. En ese sentido la posición del analista, debe contar con un criterio de movimientos para despegarse de ese lugar y poder crear el espacio propicio para que el sujeto aparezca.


Es fundamental conocer los límites de lo que se puede y no hacer, sobre todo para mantener una relación con gendarmería que permita el desarrollo de los encuentros y no se vuelvan ellos mismos un obstáculo o un límite. En ese sentido y en palabras de Barros (2009) se debe tener cuidado también de caer en el ideal de su propio quehacer, y conocer a cabalidad los límites institucionales ya que estos no deben ser vistos como obstáculos, sino como la oportunidad de aprovechar al máximo las condiciones dadas. El reconocimiento de esas limitaciones es condición de la eficacia específicamente analítica de la operación del practicante.


En cuanto a los vínculos sociales expuestos y cómo estos operan en el trabajo dentro de una institución como la cárcel, vemos como sí se pone en juego la lógica del discurso Universitario pasando de la lógica de un mandato solo por estar ubicado a una identificación (discurso del Amo) a pensar en una lógica universitaria por creerse una institución reformadora. Damos cuenta que el mandato de la institución sí supone un saber ¿Qué saber es éste? Es un saber que atenta contra la libertad de un sujeto, un saber que pretende perpetuar una manera de vivir que como vimos anteriormente provoca pobreza y desigualdad. Éste saber que supone gendarmería responde al pensamiento que una sola forma de vida es la correcta, y esa forma de vida revela parámetros del discurso del Amo. Ese saber es el de cómo hay que vivir, como hay que relacionarse con los pares, con la familia, con los hijos. Siendo que justamente ese ‘no saber’ es lo que nos hace humanos. La lógica del discurso Universitario trae consigo una constante evaluación, la rendición de exámenes que ocultan la subjetividad de los individuos y su condición de sujetos, puesto que evalúan si es que han aprendido ese saber, que como bien dice Indart siempre son los saberes del que manda.


El municipio, que es la institución desde la cual intervengo, también muchas veces adscribe a estos ideales institucionales que si bien se separan de gendarmería abogan por una ‘reinsercion’ y cumplen parámetros puestos desde fuera para opinar si están aptos para la vida en sociedad. En ese sentido, la posición analítica debe ser el de separarse de ésta demanda institucional y rescatar la demanda del sujeto, su condición de ser humano. Es decir, ir al rescate del intento de humanizar la posición en que son ubicadas las personas privadas de libertad. “Ética del psicoanálisis que determina fines propios que no se subordinan a ningún objetivo externo como podría ser el caso del afán terapéutico, correccional o educativo, o el mandato del ideal político progresista o conservador” (Barros, 2009, p.46).


Por otro lado, y considerando los obstáculos que se presentan en el trabajo institucional, sí se puede llevar a cabo una situación analítica, pero se debe tener claridad acerca de esos obstáculos y límites para usarlos a favor. En el caso particular de gendarmería, tener una buena relación con los funcionarios permite que de alguna manera resguarden ese espacio a pesar de su relación directa con los internos. También al pertenecer a una institución que esta fuera de la lógica carcelaria, muchos de los sujetos dan cuenta de eso y agradecen el espacio, desmarcándote rápidamente de esa lógica y creando un espacio propio para la aparición del sujeto.


Si bien el trabajo al interior de una institución de este tipo puede despertar mucha angustia en el analista, éste debe saber que ir en contra del discurso del Amo, no significa hacer lo que ellos no quieren que hagas, sino que es el intento por que aparezca lo que el sujeto no está pudiendo decir justamente porque el discurso de la institución lo acalla. Es un deber como analista, posicionarse en el lugar de la rebeldía, tal como plantea Irene Greiser (2012) el cual no se trata de hacer lo contrario sino de buscar el reverso, hacer aparecer lo que el discurso Amo oculta.


Referencias

Barros, M. (2009) Psicoanálisis en el Hospital: El tiempo de tratamiento.-1°ed. 1° reimp.- Buenos Aires: Grama Ediciones.

Greiser, I. (2012) Psicoanálisis sin diván: los fundamentos de la práctica analítica en los dispositivos jurídicos. 1°ed.- Buenos Aires: Paidós.

Indart, J. (2004) “El padre y el Profesor”. Conferencia pública dictada en la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, septiembre 3 de 2004.






 
 
 

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